Pues, cuando somos pequeños, el tiempo nos parece una eternidad e incluso, vemos los días de colegio en ocasiones interminables y nos preocupa a la mayoría, únicamente terminar la tarea o salir a jugar.
Cuando vamos creciendo y somos un poco más mayores, nos damos cuenta que el tiempo de pequeños, ya pasó y lo vemos como algo lejano. Pero, el tiempo sigue siendo largo cuando tenemos objetivos o metas que proponernos.
Y, ya por último, en la vejez, quizá nos demos cuenta que no hemos vivido lo suficiente para hacer aquello que queríamos y que nos motivaba. Vemos tiempo pasado, pero lo bueno es que aún, nos queda tiempo para lo que deseemos o anhelemos.
La vida es para reír, llorar, gozar... pero no pensemos en el tiempo, mejor dejémosla fluir a su ritmo.
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