sábado, 16 de enero de 2016

CUANDO SE AMA...

Una vez, un médico conoció a una niña que padecía una grave enfermedad y necesitaba una transfusión de sangre para poder seguir viviendo.
El único que podía ayudarla era su hermano pequeño de 3 años haciéndose dicha transfusión, ya que él, había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado anticuerpos para luchar contra ella y reponerse de todo lo sufrido.
El médico, explicó al pequeño e inocente niño la situación de su hermana y le preguntó si él estaría dispuesto a ser su donante. El niño, no le entendió. Entonces, el médico, volvió a plantearle la pregunta, pero de diferente forma.
- ¿Le darías tu sangre a tu hermana?- preguntó el médico.
El niño dudó unos instantes, pero al cabo de poco, se atrevió a contestar.
- Si eso salva la vida de mi hermana..., lo haré- dijo el niño.
Mientras la transfusión continuaba, la niña mejoraba, pero el pequeño, empalideció y con voz temblorosa, le dijo a su hermana:
- Todo fue por ti; por tu vida.
La niña no entendió por qué le hablaba su hermano de esa forma. Más tarde, lo comprendió.
Después el pequeño, se volvió a dirigir al médico y le preguntó con voz temblorosa:
- ¿Cuánto me queda para morir?
Una lágrima, recorrió la mejilla del doctor y de la niña.
El doctor, volvió a explicarle al niño:
- No se trata que des toda tu sangre, solo un poco.
Al fin, el niño entendió lo que el médico quiso decirle, pero... aún siendo un niño pequeño y no habiendo entendido, no puso inconveniente alguno para ser donante de su hermana y no le hubiera importado haber tenido que dar toda su sangre. Eso fue lo que emocionó al doctor.


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